La contextura física del hombre no tuvo vida hasta que su naturaleza superior — el alma— entró en ella; fue entonces que vivió. De igual modo, nuestra vida sigue dependiendo del ser superior, y la vida y la salud no proceden de abajo sino de arriba y de adentro. Ese es el principio esencial de la sanidad divina, según se encuentra en la grandiosa ley de la creación, y según lo expresó el propio Señor Jesucristo en respuesta al tentador, al referirse a su vida física y a la nuestra: “No sólo de pan
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